A principios de los años sesenta, nació una feroz rivalidad que rápidamente se convertiría en parte de los mitos automovilísticos. En Maranello, Italia, un pequeño artesano llamado Enzo Ferrari estaba desafiando a un gigante de la industria automotriz. En Dearbom, un suburbio de la ciudad de Detroit, Ford estaba furioso. Tras una larga negociación, los italianos se negaron a vender Ferrari a Ford. Para el fabricante estadounidense, su venganza vendría en la pista. Se tomó la decisión de desarrollar el arma definitiva para desafiar a Ferrari en Le Mans: el GT40. Creado con un chasis Lola, debe su título homónimo debido a su altura de solo 40 pulgadas. Después de dos fracasos en 1964 y 1965, ganó Le Mans de 1966 a 1969.

Excepcionalmente, la 38a edición de las 24 horas de Le Mans Tuvo lugar en septiembre tras los disturbios franceses de mayo de 1968. Ford participó con su GT40, que en ese momento era el favorito después de dos victorias consecutivas durante la mítica carrera Sarthe. El número 9, pilotado por Pedro Rodríguez y Lucien Bianchi, salió victorioso al día siguiente, después de 331 vueltas. La petrolera estadounidense GULF se convirtió definitivamente en parte de la mitología GT desde ese día en adelante.

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